Omar Rincón pretende acercarnos con esta lectura al nuevo mundo invadido por lo que él llama culturas mediáticas, y nos presenta un panorama lleno de medios de comunicación que enfatizan y exaltan la estética media y los valores light, introducidos hacia una cultura que ensalza el entretenimiento y la banalidad por encima de los valores culturales tradicionales como la estética aristotélica y kantiana, la filosofía y el conocimiento científico derivado de grandes pensadores.
Hoy la estética elitista ha sido modificada por los grandes medios de comunicación. El arte y la cultura que tan largo tiempo ha permanecido segregada hacia la opulencia, ha bajado de nivel en todas direcciones; es decir, la mediatización es tomada en más de un modo: El medio masivo retoma la estética y la cultura, la convierten al promedio de una comunidad y lo venden como entretenimiento y espectáculo.
La mercancía no es sólo la felicidad y el ocio, también de la publicidad y moda, que Rincón señala como una práctica de seducción, sino también llevar a cabo prácticas informativas como el periodismo, de compañía y ambiente como la radio entre otras tantas que señala el autor.
La narración entonces de los medios masivos, es el aparato vital que los mueve y el que los identifica como su razón de ser. Rincón los conceptualiza como máquinas narrativas que debilitan los valores de antaño, tradicionales y rigoristas; exaltando por supuesto, el ocio, la felicidad y el bienestar individuales, sin olvidarse por supuesto de la enajenación que representa esta cultura pseudo lúdica y completamente consumista donde los medios nos presentan una nueva dimensión de arquetipos aspiracionales a través de sus narrativas, que no son en absoluto nada más que formas sin sustancia. No responden a una espiritualidad, ni a lo culto, ni a lo ilustrado, sólo responden a un montón de hechos prefabricados que obdecen a la necesidad de subsistencia industrial del medio, la cual sólo será obtenida a través de la comunicación mediática que representa una preocupación cerniente al modo de narra más que al contenido per se, dando lugar a una estética recreada diariamente y que destruye toda concepción purista y filosóficamente creada, basada en un orden de fondo, forma y técnicas de génesis.
Talvez el punto rescatable de nuestra nueva cultura mediatizada y atiborrada de estándares a seguir de moda y estrellas de actualidad, es la intervención histórica de la cotidianidad. Los grandes personajes dotados de poder e influencia, con carisma o importancia en la generación de conocimientos, ceden un espacio en el escenario para la gente común que cada vez más, se cuela a través de la tecnología y los avances mediáticos a escribir una historia de la humanidad nueva y revolucionaria que permitirá dejar un legado de la cotidianidad se nuestro nuevo siglo.
Por otro lado, la inmediatez del aparáto mediático transmiten nuevos signos que se significan en cualquier lugar del globo y que estarán disponibles indistintamente para cualquier situación (coincibiendo por supuesto, la mediatización como una parte cotidiana ya), de nuestra vida moderna, agregándose al nuevo y creciente acervo de signos nacidos en la búsqueda de la felicidad inmediata.
jueves, 20 de agosto de 2009
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